Mientras reviso los textos que debí revisar los días anteriores, me pongo a pensar en Arturo. Hay rumores de que se va del Instituto, ¿pero a dónde? Siempre han sido vagos con respecto a eso. Alguien se va, pero no precisan dónde o no hay forma de mantener el contacto. Tal vez si el Director dejara de creer que somos la Cuba del siglo XXI.
Alguna vez lo escuché quejarse de tener tanto y no saber en qué mantenerse ocupado, aparte de los estudios. Puede que este traslado lo ayude a pensar mejor las cosas.
Siempre la faltó un norte, al menos le faltaba uno cuando lo conocí. ¿Tuvo alguno una vez?
***
- Entonces luego de coordinar con los inversionistas, me aseguraré de programar la reunión...
- No nos van a dar muchos fondos, ¿sabes? La crisis los ha afectado bastante.
- De todos modos, no perderé las esperanzas.
- Planea hacer mucho con poco, ¿verdad?
- Siempre ha sido así, por eso hemos salido adelante a pesar de todo.
Mi espalda me duele y parece que mis ojos son un desierto. He estado hablando durante casi dos horas con un administrador poco receptivo, pero por fin he logrado que acepte algunas nuevas ideas. Sé que la empresa no pasa por un buen momento, pero si nos esforzamos, podemos seguir creciendo.
Enciendo el celular, y al rato me llega el mensaje de llamadas perdidas. Hace media hora debía estar en el colegio de mis hermanos pequeños para recogerlos.
Caray, estas reuniones...
Bajo corriendo al estacionamiento y entro al auto a toda velocidad. Salgo volando, recibiendo un bocinazo de otro auto por lo imprevisto de mi aparición en la calle.
Sacar adelante a mis hermanos pequeños y a mí mismo ha sido una tarea difícil desde que me hice cargo de ellos en lugar de dejarlos con mis tíos. No es que ellos sean malas personas, simplemente me pareció que ya era hora de cuidar de mis hermanos pequeños yo mismo. La decisión les chocó, pero luego aceptaron que lo veían venir desde que empecé a escalar posiciones en el trabajo.
Otro bocinazo, no culpo al conductor. Estoy conduciendo como un loco para llegar al colegio.
Me gusta sentir que hago las cosas bien. Sé que puedo hacerlas mejor todavía. Les enseñaré a mis hermanos a valerse por sí mismos para que lleguen lejos, como yo, o incluso más lejos. Haré que aprecien la necesidad de estar ocupado, haré que valoren cada esfuerzo que hagan para llegar a un mejor futuro, haré de ellos...
El rabillo de mi ojo captura algo moviéndose a toda velocidad hacia mí. Una mancha verde y plateada...
¿Qué es toda esta oscuridad?
***
- Nunca te diste un respiro, ¿verdad?
- No, nunca.
Una luz me ciega los ojos... ¿estoy en el hospital?
- Doctor, ¿qué pasó...?
Una risa jovial me responde.
- Eres un chico inteligente, serás una buena adición...
- ¿Mis hermanos? ¿Dónde están mis hermanos?
- No lo sé, y ya no importa.
- Las reuniones...
- Ya nada importa, pequeño. Deja de vivir el futuro o la vida de los demás para degustar del presente...
- Tonterías. ¿Estoy bien? Debo seguir. Debe darme de alta, doctor.
- Vas a disfrutar de esto, porque ya no tendrás porqué preocuparte.
La luz se hace más fuerte.
***
-Y así, alguien que tenía un norte fijo lo perdió por completo.
- Lo rompiste, destruiste a alguien ideal para convertirlo en algo doloroso a la vista.
- ¿Doloroso a la vista? ¿No viste lo feliz que estaba, recostado sobre todo lo que había acumulado? Le dí lo que le faltó en vida.
- No, no, para nada. Nunca hablaste con él. A veces admitía que no sabía para qué tener tanto si no tenía en qué volcarlo todo. Y se desesperaba.
- Nunca vi eso, mientes.
- Se quejaba de que le faltaba algo, por eso se quedaba horas dibujando arqueros en sus cuadernos, incluso pintaba arqueros, quería que alguna de esas flechas simbólicas le demostrara su camino. Nunca lo logró.
- Y nunca lo hará, ésta obra ha terminado para él. Pero no para ti.
- Me gustaba más el Arturo que tenía un objetivo al que apuntar...
- Pero ese Arturo no se gustaba a sí mismo...
- Sin duda alguna, no le habría gustado el nuevo.
- No hay forma de saberlo. Para Arturo, sólo existió su "yo" dentro de este Instituto, el que no tenía objetivos pero sí recursos en demasía.
- ¿Eso haces con todos? ¿Nos transformas en algo que no queríamos ser, en algo que odiaríamos, sólo por diversión?
- No, no necesariamente. Yo doy segundas oportunidades, eso es todo.
- Pero...
- Suficiente. Es hora de que todo vuelva a la normalidad.
***
Despierto. Me volví a quedar dormido en la biblioteca. ¿Ya pasó la hora del almuerzo?
- Confirmado. Arturo se va del Instituto. Ya están empacando todas sus cosas... eso sí que les va a dar mucha tarea.
Daniel aparece comiendo una hamburguesa mientras lleva otra en la mano.
- Sé que va contra las reglas, pero si no te traigo esto, te quedas sin almuerzo. Ya son más de las tres.
- Comer dentro de la biblioteca está prohibido, retírese in-me-dia-ta-men-te o deseche sus alimentos. - la bibliotecaria se acerca corriendo. - Por favor, no me haga repetir la orden.
- Claro, claro, ya nos vamos.
- Y también está pro-hi-bi-do dormir en la biblioteca, para eso tienen sus dormitorios. Ha babeado sus propias notas. Asegúrese de limpiar todo el desastre usted mismo.
- No hay problema, igual ya nos vamos.
Recojo las hojas humedecidas y limpio la mesa con un poco de papel higiénico, bajo la mirada de la bibliotecaria. ¿Porqué no me despertó? Vieja loca, siempre esperando que algo suceda para armar lío en lugar de prevenirlo.
- Supongo que ya estudiaste todo lo que te perdiste.
- Sí, creo. Ahora dame esa hamburguesa, que tengo hambre.
- Se nota, el hambre te quita los buenos modales. Me voy antes de que te pongas gritón, de todos modos tengo clases en quince minutos. Nos vemos.
Daniel sale corriendo.
Estas siestas son muy buenas. Pero son mejores en la cama de mi habitación.
No hay comentarios:
Publicar un comentario