Roble Blanco, Roble Negro

Hay cosas que difieren sólo por fuera o por dentro, y hay otras cosas que difieren tanto por dentro, como por fuera.

La mayoría de personas entra en la segunda categoría, somos tan distintos unos de otros que no nos parecemos entre sí, aunque muchos dicen que todas las personas somos iguales. Pero eso no deja de ser una falacia que busca consolarnos, porque al hacernos "iguales", buscamos dejar de sentirnos "solos" y también buscamos ser más "fuertes".

Pero él nunca creyó en eso. Nunca creyó en más que una diferencia, una dicotomía única.


"Robles" blancos y "robles" negros. Diferentes por dentro y por fuera, sin nada más en común que pertenecer a la misma raza.

Él se consideraba uno de los robles blancos. Puro, inteligente, útil y hermoso. Y superior. Por encima de los robles negros y a veces aún por encima de otros robles blancos. Y quería ser el único del bosque y el único bajo el sol.

Entonces ideó un plan para ser el único de los robles blancos. Incendiaría el bosque, quedando solamente él y otros a los que él juzgara dignos. Y entonces el mundo marcharía como debe ser, según como él creía que debía ser.

Para eso provocó un incendio, sin que nadie lo viera, sin que nadie sospechara. Juntó hojas secas y ramas muertas y esperó a que nadie viera para hacer saltar la primera chispa. Y buscó un buen sitio desde donde observar su obra.

Mientras se regocijaba, no se fijó en el humo que se le iba acercando. Tosió, pensando que era de alegría, y se frotó los ojos, aún sin percatarse de lo que pasaba. Y así pasó toda la noche.

Al día siguiente bajó a caminar entre su obra, pero los otros robles blancos dejaron de mirarlo a los ojos. Él no entendía porqué, si nadie lo había observado cuando inició el incendio. Y pasó todo el día pensando en el porqué, sin llegar a una respuesta satisfactoria.

Al caer la noche se percató del porqué.

El humo del incendio había ennegrecido sus hojas y sus ramas, inclusive su tronco. Ahora era uno de los robles negros que tanto había odiado y despreciado. Y aunque intentó lavar la negrura que lo cubría, no fue capaz de hacerlo.

Entonces se dio cuenta que en su intento de hacer del mundo un lugar mejor, se había convertido en una de las cosas que más odiaba. Y decidió quedarse quieto y silencioso, lejos de todo, esperando que así nadie le recordara quién era en verdad.


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