Las Cuatro Esferas

Nunca me fijé en la enorme obra metálica que cuelga de la oficina del Director. Está justo en medio del techo, y creo que antes la tomé como un candelabro colgante. Se mantiene completamente quieto, y contrasta con la sobriedad de la oficina en general.

Ahora que lo estoy esperando, sentado en una poltrona que invita a dormir, es lo único que encuentro entretenido aparte de la vista de los campos del Instituto desde lo alto. Ahí abajo algunos alumnos van de un lado a otro, como hormigas u otro tipo de insectos.

Volviendo con la obra metálica esa, no recuerdo haber visto nada parecido.

Al centro de la pieza hay una esfera, aparentemente formada de pequeñas personas metálicas fundidas juntas, extendiendo sus manos hacia afuera. Todas iguales, idénticas y desesperadas. Ése es el centro de cuatro órbitas metálicas.


La primera, la más cercana a la esfera central, es un círculo formado por manos, ojos, narices, lenguas y oídos negros, probablemente de plomo. Todas esas partes se repiten innumerables veces y asoman curiosas, como buscando sentir algo que no pueden tocar, o como si estuvieran aburridas de percibirse entre sí.

La siguiente órbita es de cobre, o eso parece. Está conformada por serpientes que rodean y dan vueltas al eje central. Unas sobre otras, sin orden aparente, solamente dando vueltas unas sobre otras, despreocupadas de todo lo demás.

La tercera es plateada. Está formada por retazos de pergamino, todos cuidadosamente tallados y con líneas que asemejan textos escritos. De toda la composición, me parece la parte más aburrida y plana, en comparación con las otras.

La última órbita es dorada. de ella cuelgan lo que parecen ser miniaturas de reyes y reinas de oro. Sus pequeños brazos se estiran y señalan como si repartieran órdenes.

- Buena obra, ¿no? No sabes lo que cuesta mantenerla como está.

El Director entra a su oficina, seguido por una de sus secretarias cargando un montón de papeles.

- Por fin llega, quería preguntarle...
- ¿Si puede salir del Instituto sin una razón importante?
- Precisamente.
- Ya sabes la respuesta, no puedes.
- Pero...
- No, hay reglas. Y tú siempre las has seguido. Puedes esperar hasta que haya otra salida grupal, o algo así. si no tienes nada más que preguntar, puedes retirarte.

Tardo unos minutos en ponerme de pie. La larga espera ahora me parece completamente injustificada. Al salir me despido con una pequeña venia y me apresuro por regresar al patio.

Una vez fuera me percato en una de las estatuas del patio.

Es una esfera, parecida a la de la oficina, con cuatro semiesferas encerrándola. Cada una de las semiesferas tiene muchos símbolos grabados, y me lleva un buen rato encontrar la "traducción", también tallada: La más cercana al globo se llama "siento", la siguiente "deseo", seguida por "conozco" y finalmente "controlo".

Las palabras que expresan concuerdan con los conceptos de las órbitas que vi hace un rato.


***

- Puede que se relacionen con la evolución de las personas.
- ¿Osea?

El profesor de filosofía parece muy emocionado por la pregunta "¿qué significan siento, deseo, conozco y controlo?". Ha dejado de revisar los informes que le entregaron durante la semana para responderme.

- Cuando uno está en el nivel más básico del conocimiento, sólo entra en contacto con los fenómenos de la realidad. Conforme va creciendo desarrolla cierta "necesidad" por tener, aún sin conocer qué es que que desea tener. Finalmente, ya teniendo más contacto con la realidad, empieza a conocerla, a entenderla, y sabes bien que conocer algo es el primer paso para controlar algo.
- Entonces...
- El mundo al medio, formado por personas pequeñas, puede representar a quienes no son capaces de atravesar esos estadios de desarrollo. Sólo viven, no son siquiera sensibles a su entorno. Y mucho menos pueden controlarlo, por el contrario, son controlados.

Es una buena explicación. Me gustaría escuchar más pero...

- Mira, es un mal momento, debo entregar estas notas en unos días y los informes son voluminosos, como ves. Debo calificarlos uno por uno, es bastante tedioso. Cuando me haya deshecho de todo esto, te puedo dar una mejor explicación.
- Claro...
- Regresa, es un tema interesante éste de la evolución.


***

Me pasé el resto del día observando a los demás.

Algunos parecen no llegar a "sentir" su entorno. No prestan atención a la gente que grita o a los que pasan corriendo a su lado. No se percatan de que estoy mirándolos fijamente durante un buen rato. Son como autómatas, yendo de un lado a otro o parados en un lugar, esperando algo.

Otros, tal vez, "sienten" demasiado. Se detienen a observar alguna planta en los jardines o a contemplar alguno de los cuadros de los pasillos. O necesitan abrazar a sus amigos al saludarlos, como para asegurarse de que están allí realmente.

Los que "desean" son más fáciles de detectar. No piensan mucho para tomar algo antes de que alguien se les adelante, como un buen sitio en las clases o un postre escaso en la cafetería. Y se les nota complacidos cuando lo logran, y bastante decepcionados cuando alguien se les adelanta. Sobretodo cuando ése alguien no parece valorar tanto el objeto que toma como el que lo ha estado buscando.

Y, claro, están los que parecen "conocerlo" todo. Siempre levantando la mano en el salón, siempre explicando a los demás.

Peor el único dentro de este lugar que parece ser capaz de "controlar" es el Director. Está al tanto de todo lo que sucede dentro de estas paredes, e incluso fuera de ellas.

Por un instante me siento tentado de ser capaz de controlar este lugar, con la misma sutileza del Director, pero de forma más entretenida.


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