Sólo Luces (parte II)

Me lleva un buen rato recuperar el aliento e intentar ponerme de pie.

Una mano algo arrugada y muy seca me ayuda a levantarme.

El Director me sonríe. Su oficina se ve más oscura de lo habitual, y afuera el campus del Instituto brilla débilmente.

Mientras termino de componerme, el Director camina hacia su sillón, detrás del escritorio, y se sienta muy tranquilamente.

La verdad, esperaba una reacción más hostil.

- Estás sorprendido, pero no por la razón que debería sorprenderte.
- Ya estoy acostumbrado a las cosas raras de este lugar. Me sorprende su reacción.
- ¿Qué esperabas?

Me quedo en silencio.

- Ése siempre ha sido tu problema. Nunca esperas nada porque alguna vez esperaste mucho.
- Aprendí a no esperar nada para no desilusionarme.
- Sin embargo, cuando te asomaste por encima del muro del Instituto, estabas lleno de expectativas.
- Me imaginé algo más que sólo un montón de reflectores apuntando hacia el cielo.
- Eso somos todos nosotros. O mejor dicho, todos ustedes. Depende de cómo lo mires... no, definitivamente esos reflectores son ustedes.
- ¿Nosotros?

Miro al Director con mucha curiosidad, esperando que continúe. Pero él se limita a tomar un libro y empezar a ojearlo.

El silencio se prolonga por unos minutos.

Finalmente el estruendo del libro estrellándose contra el piso, a unos centímetros de mí, rompe el silencio.

- ¡Habla!
- No tengo nada que decir.
- Viste un millón de reflectores ahí afuera, te estás acercando a la verdad, ¿y dices que no tienes nada que decir? Me molesta que intentes engañarme, a mí...
- El "dios" de este lugar, ¿cierto?

El Director se queda en silencio por un instante, antes de levantarse y caminar hacia la ventana.

- No, no soy ningún dios. Ni de este lugar ni de otro.
- Veamos, eres omnipresente y modificas las cosas a tu gusto. Creo que es suficiente para ser dios, ¿no?
- No soy omnipresente, y de todos modos hay reglas que seguir.
- Y además eres humilde. Serías un buen dios occidental.
- Esperaba que hicieras algo más interesante que chistes baratos.
- Es un defecto mío... lo hago cuando me aburro.
- ¿Te aburriste de este lugar?
- De sus mentiras y absurdos, más que del lugar mismo.
- Entonces, creo que te irás a dormir sin más respuestas.
- Tengo la sensación de que he pasado por esto en otra ocasión.
- Sí, un par de veces. Sólo que en las otras ocasiones fuiste más curioso.
- Antes de que hagas tu truco de mandarme a dormir y hacerme olvidar casi todo, dime, ¿porqué reflectores?
- Como te dije antes, esos reflectores son todos ustedes.
- No entiendo.
- Imagínate una pintura, o una maqueta muy grande, en una habitación muy oscura. Y sólo tienes una linterna  muy pequeña para iluminar lo que quieras ver.
- Sí, ¿qué hay con eso?
- Sólo puedes iluminar una parte de toda la obra.
- Entonces creeré que solamente esa pequeña parte es la real, nada más existe.
- Exacto. Y no porque dejes de iluminar una parte de la obra, la misma dejará de existir. Seguirá allí, pero no la percibirás.
- Sin embargo, toda la obra puede ser una fantasía.
- Pero dentro de ella, creerás que es real. ¿O no? Si te preguntaran dónde estás, responderías que estás en una realidad muy fantasiosa antes de que estás en una fantasía muy real.

Es un juego de palabras interesante, me detengo a pensar por un instante.

- Creo que dependería de mi grado de consciencia.
- Buena respuesta. Y en este momento, cuál sería tu respuesta.
- Que estoy en una realidad muy fantasiosa, en la que el Director de un Instituto es capaz de modificar lo que quiera a su antojo. Sólo que aún no descubro cómo.
- Ésa respuesta te acaba de hacer ganar un sueño en el que tu memoria se tergiversará.
- ¿Qué?
- Sí, estabas por buen camino, pero en el último momento te desviaste.
- No entiendo...
- Y una cosa más. La próxima vez que quieras poner a prueba alguna de tus teorías sobre este lugar, ve y hazlo a solas.
- Pero...
- Ni una palabra más.

El Director y su oficina desaparecen repentinamente.

Mi cuerpo empieza a caer, mientras una sensación de sueño muy fuerte me invade.

¿Que estaba cerca, pero que me desvié?

Lo peor de todo es que no recordaré lo que acabo de ver o oír, estoy seguro. Todo se irá al fondo de mi memoria y será un recuerdo muy borroso y confuso.

Un recuerdo borroso y confuso...

Empiezo a repetir mentalmente "todos somos sólo luces" insistentemente. Tengo la sensación de que si al menos recuerdo esas cuatro palabras, podré entender mejor las cosas en este lugar.

Todos somos sólo luces.