- ¿Recuerdas esos juegos de ajedrez a tamaño natural?
- Sí, con las fichas muy grandes para que los niños se diviertan con ellas, en los parques.
- ¿Y recuerdas los que son de personas de verdad?
- No, nunca ví algo así.
- ¿Nunca viste "La Loca Historia del Mundo"? Es un clásico.
- Nuestros gustos con distintos, lo que para tí es un clásico, para mí es una rareza.
- Bueno, en la película esa se supone que el Rey de Francia, Luis no-sé-cuánto, es tan pero tan déspota que tiene un montón de gente en un tablero de ajedrez gigante, cada uno vestido como una ficha de ajedrez distinta. Y él y otro personaje ridículo andan gritandoles a dónde moverse. Al final ordena que todos se le tiren encima a la reina blanca.
- ¿Y qué tiene que ver eso con nosotros?
- ¿Nunca has visto a las secretarias del Director?
- ¿Esas en traje negro, que parecen sacados de la Era Victoriana con detalles medios surrealistas?
- Sí, esas mismas.
- ¿Qué hay con ellas?
- Son 12... ¿no te recuerda algo?
- Si te fijas en eso, sí, muchas cosas. Los meses del año, los signos del zodíaco, los apóstoles, las horas en medio día... y todas esas cosas que vienen en docenas.
- ¿Nada más?
- No, nada más.
- Mira, van vestidas de negro y son doce.
- ¿Son una docena de mujeres vestidas de negro? No se me ocurre nada más.
- Son damas negras.
- Es justo lo que te acabo de decir.
- No, no damas de negro. Es decir, sí van de negro, pero me refiero a otra cosa. Al juego.
- ¿Al juego de damas?
- Sí, eso mismo. Por si no te has dado cuenta, en la sala antes de la oficina del Director el piso parece un tablaro con cuadrados blancos y negros, y las secretarias están formadas en tres filas, de a cuatro cada fila, como si fueran fichas de damas... como si fueran damas negras.
- Sigo sin ver porqué te obsesiona tanto esta idea.
- Es que es raro. ¿No te das cuenta?
- ¿De qué? Me estás asustando.
- Todo este lugar, este Instituto... ¿no te parece fuera de lo normal?
- Cualquier cosa me parecería fuera de lo normal si lo analizo demasiado.
- Ya te darás cuenta... de que no sólamente este lugar es raro porque lo analizo en demasía.
Me dirigió una mirada ligeramente dolida antes de volver a su trabajo.
Han pasado años desde esa conversación. Él se suicidó unas semanas después.
Empujo las puertas de la Sala de Secretarias con ambas manos. Los maderos tallados retroceden pesadamente y se detienen con un crujido.
Las doce secretarias están paradas en el extremo opuesto de la habitación, como defendiendo la entrada a la Oficina del Director. Sus escritorios y sillas han desaparecido, pero ellas conservan la misma distribución. Los cuadrados blancos y negros se pueden observar mejor. Son grandes, y las secretarias están paradas solamente sobre los cuadrados blancos.
- No es hora de atención a los alumnos. Por favor regrese mañana.
Las doce han hablado al unísono y su voz ha resonado de forma sobrenatural en las paredes. Ninguna de ellas parece ver a otro lugar que no sea el techo de la habitación.
Decidido, empiezo a entrar. Levanto el pie derecho con un gesto desafiante.
- No es hora de atención a los alumnos. Por favor regrese mañana. Si pone un pie dentro del salón, tendrá que jugar con nosotras. Y no somos adversarias fáciles.
Ya es demasiado tarde, estoy dentro.
Las secretarias bajan su mirada y la clavan en mí, sin parpadear.
Doy otro paso, pero mi pie no toca el piso.
Los cuadrados negros han desaparecido. Es como si los cuadrados blancos se mantuvieran flotando sobre una extraña vacuidad negra. Instintivamente intento retroceder y salir de la habitación, pero mi espalda se golpea contra una pared. La puerta ha desaparecido.
- Ahora tendrá que jugar con nosotras... no somos adversarias fáciles.
Sin pensarlo, doy un paso hacia un cuadrado blanco. Las secretarias sonríen al mismo tiempo mientras hacen una ligera reverencia.
- Empieza el juego.
Una de ellas, la que está en el extremo derecho de la fila más cercana a mí, salta graciosamente hacia un cuadrado blanco pegado al suyo.
Ahora lo entiendo, no en vano él me habló del juego de damas en esa ocasión. ¿Él también estuvo en mi situación? ¿Cómo se supone que debo actuar?
Mientras intento encontrar una solución, las secretarias se han quedado quietas, como esperando algo.
No puedo retroceder ni escapar.
Entonces decido saltar hacia el siguiente cuadrado blanco, en diagonal, como lo ha hecho una de las secretarias y como se haría en un juego de damas. Cuando mis pies se han terminado de posar, otra secretaria, de la segunda fila, salta, ocupando el lugar en el que estaba la primera secretaria que se movió.
Vuelvo a saltar. Instintivamente busco pegarme a la pared.
Luego de unos movimientos, lo logro. Una secretaria salta, cerrándome el paso. Doy un paso hacia ella. Como por arte de magia, la secretaria desaparece y me encuentro un cuadrado blanco más allá de donde debería estar. Es como si me hubiera "comido" una ficha de damas.
Hay una secretaria en cada uno de los dos cuadrados a los que podría avanzar. Una de ellas salta hacia mí, sonriendo mucho y sacudiendo su falda.
Siento algo helado que me atraviesa.
De nuevo estoy ante la puerta de la Oficina de Secretarias.
Parece que simplemente no se puede hablar con el Director fuera de su horario de atención.