Ruta de Escape

- Jamás es una buena idea cerrar todas las puertas, ¿sabes?

Es una de mis clásicas crisis de no-quiero-ver-a-nadie. Él está del otro lado de la puerta de mi habitación. Puedo escuchar que en el pasillo hay mucha gente pasando, seguramente ya de regreso a sus dormitorios para dormir.

Hace un buen rato que él está parado del otro lado. No parece tener intenciones de ir a su propio dormitorio o de ir a cenar.

¿Cuánto tiempo ya ha pasado? ¿Como dos horas?

***

El bullicio del pasadizo ha cesado por completo. En el silencio de la noche sólo se escuchan los golpes repetitivos de lo que entrenan tenis y básquet en el campo deportivo.

Me estiro sobre la alfombra. Está llena de polvo, pero no me importa. He estado encogido un buen rato, tanto que incluso me quedé dormido. Mi cuerpo está acalambrado.

El reloj de pared me indica que son más de las once de la noche. Es demasiado tarde para bajar a tomar algo a la Cafetería, suelen atender hasta las diez. Me siento demasiado pegajoso como para meterme a la cama, así que tomaré una ducha. Tomo una toalla y las sandalias.

Al abrir la puerta, algo hace que se abra completamente.

- Antes de abrir la puerta, deberías avisar.

Él estaba apoyado en la puerta. Al abrirla, cayó dentro de mi habitación. Ahora está de espaldas, mirándome.

- No se supone que funcione de esa manera. Uno avisa cuando va a entrar a una habitación, no cuando va a salir.
- Técnicamente, entraste al pasillo. Así que deberías avisar.
- Ya deberías estar durmiendo.
- Tu también, sin embargo vas a tomar una ducha, ¿verdad?
- Deduces bien, como siempre.

Le tiendo una mano para ayudarlo a levantarse. Él acepta la ayuda. Cierro la puerta tras de mí.

Empiezo a caminar hacia las duchas de este piso. Escucho sus pasos siguiéndome.

- Prefiero bañarme solo, ¿sabes?

Sus pasos no se detienen.

- Supongo que quieres hablar un rato antes de irte a tu habitación. ¿Es sobre el debate de la próxima semana? Creo que será mejor que lo dejemos para mañana después del desayuno.
- Mañana es sábado.
- Por eso mismo. No creo que tengas otra cosa que hacer, ¿verdad?
- Cierto, pero es de otra cosa de la que quiero hablar.

Me detengo y volteo muy lentamente. Sé que en el rostro tengo esa expresión de "deja de molestarme de una buena vez" que suele aterrorizar a los demás.

- Parece que siempre quieres escapar. Hace un rato te encerraste en tu habitación, escapabas de algo, no te preguntaré de qué. Y ahora mismo quieres escapar de esta conversación.
- Supongo que es mi forma de ser.
- ¿Y alguna vez intentaste pensaste escapar del Instituto?
- No, nunca.
- ¿Sabes qué hay más allá?

Las luces del pasillo tiemblan ligeramente.

- Haya lo que haya, debe asemejarse a lo que vemos aquí.
- Pero nunca lo has visto, ¿verdad?
- No... ¿y qué hay de ti?
- Tampoco.
- Entonces a qué viene todo esto.
- Pensé que podríamos encontrar una escapatoria juntos, dado que tu eres tan bueno escapando de lo que no te agrada.
- El Instituto nos provee de buenos y malos momentos, no me agrada ni me desagrada.
- Ése es el problema. Mientras que este lugar te agrade, no intentarás escapar de él.
- Si tú piensas escapar, no te detendré.
- Gracias. También eres bueno deduciendo.
- Aprendí de tí.

Sin darme cuenta, estoy sonriendo. El día pesado y horroroso que tuve atrás ha desaparecido por completo. Él también me sonríe y busca algo dentro de su mochila. Saca un sobre de manila y me lo ofrece. Las luces del pasillo vuelven a temblar, esta vez más fuertemente.

- Si algún día llegas a odiar este lugar, ésta será tu ruta de escape.
- ¿A dónde lleva?
- O otro lugar. No se a dónde, pero lejos de estas paredes hechas de mentiras.

Las luces parpadean por última vez antes de apagarse por completo.

***

Despierto.

Me he quedado dormido mientras estaba encogido al pie de mi cama. ¿En qué estaba pensando?

Son las cuatro de la madrugada, según el reloj de la pared.

¿Un sueño? Casi no tengo sueños.

¿O era un recuerdo?

Ya bastantes problemas tengo como para perder el tiempo intentando dilucidar si fue un sueño o un recuerdo. El Director con sus asuntos misteriosos, las extrañas palabras que me dijo en el funeral hace casi dos años y que aún me resuenan en la cabeza, toda esa aura de rareza flotando en el ambiente.

El sueño o recuerdo empieza a fragmentarse en mi memoria. "Si algún día llegas a odiar este lugar" "estas paredes hechas de mentiras".

Creo que debo buscar ese sobre.