El que nunca estuvo

Él nunca estuvo a mi lado. No, sí estuvo, pero no de la forma que me hubiera gustado.

Él nunca me miró a los ojos compasivamente y compartió un instante conmigo, y aún así me llamó "amigo"... dejé de entender lo que es amistad a partir de ese momento. ¿Es un chiste? ¿Es una mentira? Como cuando te dicen que los bebés vienen de París, que Papá Noel existe o que tu perro se fue a vivir al campo.


Él nunca me dijo un "gracias" de verdad por todas las cosas que hice. No es que esperara ser retribuído, solamente esperaba... vale, lo acepto, esperaba recibir algo a cambio por mi esfuerzo. ¿No es eso lo normal? ¿No sería raro que hiciera todo sin esperar nada a cambio? Para eso están los santos de verdad, y hace siglos que se murió el último. En incluso ellos actuaban caritativamente con el objetivo de ganarse su sitio en el cielo y, porqué no, en un altar de una iglesia de nuestros días.

Él nunca me dijo esas palabras que me hacían falta. ¿Necesitaba un guión? ¿Un teleprompter? ¿Unas tarjetas escritas? Esas palabras me hubieran curado, me habrían hecho mejor. Talvez sería más feliz de lo que soy ahora, talvez me sería más fácil sonreír al recordar las palabras amables de alguien. No tendría que creer en amigos imaginarios, inventar recuerdos falsos ni esforzarme por olvidar recuerdos muy reales.

Yo quería tantas cosas. No recibí ninguna. O talvez no las recibí como yo quería o esperaba. Es inevitable tener espectativas, ilusiones, ideas previas, esperanzas de recompensa. Soy humano, no puedo evitarlo.

O talvez siempre desvié la mirada cuando intentaba mirarme a los ojos, nunca percibí su verdadero agradecimiento en sus acciones y nunca valoré las pocas palabras que me regaló.

Creo que yo fui el que se desvaneció, el que nunca estuvo.

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