Anestesia - Esperanza

Mi tío David siempre fue uno de esos hombres enigmáticos y caprichosos, el incomprendido de la familia, el que se quedaba sentado a un lado en las reuniones familiares. Su casa asemejaba un laberinto de habitaciones, la mayoría de ellas vacías o con un mueble. Casi no recibía visitas debido a su extraña forma de ser y a lo surrealista de su hogar.

Se casó con una mujer casi tan extraña que él, que falleció mientras daba a luz a su segunda hija.

Su hija mayor se llamaba Esperanza, y la menor, Anestesia.


La primera vez que oí su nombre pensé que en realidad era Anastasia, como la última de los Romanov. Pero no, era Anestesia. Con una orgullosa "e" en lugar de una vivaz "a".

Nunca entendí el porqué de esto hasta muchos años después, en el velorio de Anestesia. Fue la primera vez que hablé con mi tío más de cinco frases seguidas. Me acerqué a darle el pésame a nombre de todos los míos, pues era el único de mi familia que tuvo tiempo para asistir.

- Mi sentido pésame, tío. Lamento mucho lo de Anastasia.
- Anestesia. Ella se llamaba Anestesia.
- Lo siento, siempre se me confundieron los nombres.
- Gracias, sobrino, aunque yo ya sabía que algo así pasaría. Siempre lo supe, desde la primera vez que la tomé en mis brazos frente a su agonizante madre.
- ¿Qué quieres decir?
- Hace tiempo, en el principio de la humanidad, Dios vio que los hombre sufrían mucho. Entonces creó a la Esperanza. Le encargó que mitigara el dolor y el sufrimiento de los hombres, haciendo que ellos levantaran su mirada a los cielos, donde él habitaba, y se sintieran reconfortados por su presencia, creyendo que las cosas mejorarían, tarde o temprano.

"Pero habían algunos dolores y pesares que Esperanza no podía aliviar, y también algunos hombres que parecían ser inmunes a ella, por mucho que se esforzara. Esperanza se empezó a sentir frustrada al no poder cumplir su misión, y temió eventualmente volverse incapaz de ayudar a los hombres.

"Para su horror y celo, los hombres inventaron algo que funcionaba de forma parecida a ella, desapareciendo el dolor físico de las personas que sufrían. Sus creadores la llamaron Anestesia, y comenzaron a recurrir a ella cada vez más a menudo.

"Esperanza se desesperó, por gracioso que suene, y se presentó ante Dios para pedirle que destruyera a su competidora. Dios se rió amablemente y le dijo que siguiera llevando a cabo la tarea que le había encomendado, ante lo que Esperanza repuso que ya no tenía nada que hacer, pues los hombres ahora recurrían a Anestesia en lugar de ella.

"Entonces, Dios le recordó que toda obra de los hombres está condenada a desaparecer, a perdurar solamente unos instantes en la eternidad del tiempo. En cambio, ella, la Esperanza, es eterna. Si así lo deseara un hombre, podría ser consolado toda su vida por ella, mientras que necesitaría cada vez más de Anestesia y eventualmente dejaría de servirle como al principio.

"Animada, Esperanza regresó a seguir ayudando a los hombres, y pudo comprobar que lo que Dios había dicho era cierto. Anestesia no resistía tanto como ella. Además, cada día que pasaba, un hombre que la utilizaba necesitaba más y más para escapar a su dolor.

"Es por eso que la llamé así, sobrino. Anestesia me fue entregada a mí por su madre para mitigar mi dolor, pero desde un principio supimos que no duraría para siempre.

Me quedé en silencio mientras mi tío contemplaba el ataúd de su hija menor.

- ¿Y Esperanza?
- Vivirá más que tú y que yo, pero aún no llega al funeral.

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