Caída

- Me pregunto si incluso aquí se puede morir.

Estoy hablando solo en la azotea del edificio residencial del Instituto. Ya ha oscurecido, y sólo el territorio dentro de los muros es visible. Fuera de él hay una especie de niebla que cubre el terreno como un mantel muy denso. ¿Qué hay allí ahora mismo?

La puerta a esta azotea está cerrada casi siempre, solamente se abre al atardecer. Y nunca nadie se queda hasta el amanecer. ¿Amanece en este lugar? Claro que amanece, por eso ahora es de noche. Si no, sería de noche o de día todo el tiempo. Fue una suerte encontrar la puerta abierta y el lugar desértico. Estoy seguro que un grupo de estudiantes se reúne aquí. Y tienen razón en hacerlo. Es un buen lugar, el cielo se ve maravilloso desde aquí.

Cuando miro las estrellas intento reconocer alguna constelación. La única que recuerdo con claridad es la de Orión. Busco las tres estrellas alineadas que deberían formar su cinturón y tardo un buen rato en encontrarlas. Luego las demás se hacen más visibles que el resto de los puntos blancos en el cielo. Ahora puedo distinguir claramente la forma de la constelación en el cielo.


Sin quererlo, he caminado hasta el borde. Mirar hacia abajo hace que me maree y estire el brazo buscando un soporte, que no encuentro. Estoy solo en este lugar, los demás ya deben estar durmiendo, incluso la última ronda de vigilancia ya debe haber terminado.

Lo único que no parece dormir jamás es la oficina del Director. Brilla como un enorme globo ocular, "observando" todo el campus.

Él murió, eso es seguro. Pero no recuerdo que otro más muriera. Ni que el familiar de alguien falleciera. De hecho creo que nunca conocí al familiar de nadie. Creo que todos son como yo, sin familia, sin nadie fuera de estos muros que pregunte por nosotros. A veces se van, claro, pero solo he escuchado los rumores. No conozco a nadie que se haya ido. Es probable que lo haya olvidado.

Claro, se suicidó. No "se murió" simplemente, sino que se mató a sí mismo. Hace ya... ¿casi cinco años? ¿Es ésa la única forma de morir aquí? ¿Es la única forma de salir de aquí? O fue solamente "su" forma de dejar este lugar. Tal vez si otro intentase lo mismo el resultado sería distinto. Y si dejó este lugar al suicidarse, ¿a dónde se fue?

Si yo me mato, ¿moriré o iré a otro lugar? ¿Iré a donde él está o a un lugar distinto?

- ¿Puedo morir?

Me hago la pregunta en voz alta, con la esperanza de que alguien me responda.

- ¿Quieres morir?

Volteo asustado. Dos de las secretarias del Director están paradas a unos metros de mí. Su postura rígida se enfatiza aún más por los extraños vestidos que llevan puestos. Han hablado al unísono, como están acostumbradas a hacerlo, y me miran fijamente a los ojos, como esperando una explicación. Camino hacia ellas para evitar más problemas.

- Lo siento, solamente estaba hablando conmigo mismo. Bajaré a mi dormitorio en un rato. Pueden seguir con su ronda.
- No estamos de ronda. Solamente queremos demostrarte algo, por encargo del Director.

Esta vez no hablan al mismo tiempo, sino intercalándose una frase cada una, excepto la última, "por encargo del Director", en la que mezclan sus voces en una sola. Empiezan a avanzar hacia mí, y una sensación de inseguridad repentina me invade. Algo instintivo dentro de mí me pide que salga corriendo de allí, que cierre fuerte la puerta que da hacia la azotea y que me encierre en mi dormitorio hasta bien entrada la mañana.

Pero ellas pasan de largo, y caminan directamente hacia el vacío.

Lo raro es que yo grito, intentando detenerlas, mientras ellas se dejan caer en completo silencio, no sin antes intercambiar miradas, como dándose seguridad.

Me acerco de nuevo al borde, esperando escuchar el crujido de sus cuerpos al tocar el piso y preparándome para un espectáculo horrible una vez que vea hacia abajo.

Pero no hay nada debajo. Es decir, nada fuera de lo normal, solamente los árboles, el pasto, las veredas grises.

- ¿Viste?

Volteo de un salto, asustado por segunda vez..

Ellas están de pie detrás de mí, como hace un instante. Y no tienen el aspecto de alguien que acaba de caer de varios pisos de altura.

- ¿Qué ha sido todo esto? No sabía que a ustedes les gustaran las bromas.
- No nos gustan, sólo queríamos mostrarte algo. Debíamos mostrarte algo.

Hablando al unísono de nuevo. Qué fastidio.

- Si no te toca morir hoy, no morirás, no importa lo que hagas. Puedes resultar herido, sí, pero incluso puede que te salves de cualquier daño. Lo importante de esta demostración es que te des cuenta que no hay caminos cortos en este lugar. No hay atajos. No hay caminos secretos. Si intentas tomar alguno, o crear alguno, será como si nunca lo hubieras intentado, como si nunca lo hubieras ideado. Tú tienes que hacer tu propio camino.
- Sigo sin entender. Ustedes acaban de lanzarse al vacío, y ahora están de nuevo aquí.
- Precisamente, no nos tocaba morir. Sólo fue una demostración. Ahora vuelva a su habitación, señor Donoso, o se meterá en problemas.
- Quiero que me expliquen lo que acaban de hacer.
- No hay necesidad de explicaciones, no te debemos explicaciones.

Las dos mujeres tuercen sus rostros, como intentando sonreír.

Volteo la mirada hacia el vacío de nuevo.

Una idea loca nace en mí.

Las miro de nuevo, esta vez soy yo quien sonríe. Ellas parecen percatarse de mi intención, pero no se mueven ni dicen nada. Se limitan a dejar de sonreír y sus expresiones cambian a una seriedad muy profunda.

Aún mirándolas, salto hacia atrás. El aire en mi espalda y nuca se siente fresco. Y pronto empieza a acelerar. El borde de la azotea se aleja rápidamente, y las ventanas de los dormitorios pasan velozmente frente a mis ojos. Son segundos, segundos fantásticos, libre de todo excepto la gravedad.

***

Despierto de un salto en mi dormitorio.

Sé que estaba soñando algo, algo muy vívido, pero sólo recuerdo estar cayendo. De espaldas. ¿Alguien me empujó en mi sueño?

Recuerdo algo más. Dos mujeres, tal vez muy parecidas a las secretarias de este lugar. Decían algo. Algo sobre atajos y caminos secretos. ¿Ellas me empujaron? Ya dan bastante mala vibra cuando estoy despierto para que además me maten en sueños.

Miro el reloj. Un poco más de la medianoche.

Seguramente fue uno de esos "sueños" que uno tiene antes de quedarse del todo dormido. Mañana tengo examen, mi mente adormecida se niega a recordar de qué materia.

Intentaré dormir de nuevo.

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